Macri, Duhalde y la unión sudamericana

Hace algunos meses la principal denuncia de la oposición al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner era su crispación, ahora el macrismo y el duhaldismo, en una fuga desesperada hacia adelante, intentan hacer cómplice de la violencia de Estado a toda la ciudadanía.

El discurso violento, sin embargo, no es más que una vuelta de tuerca de un escenario incendiado que se viene promoviendo desde hace ya muchos años. La furia “descontrolada” de los políticos opositores, periodistas y ciudadanos de a pie identificados con la ideología corporativa, ha sido una constante en el enfrentamiento dialéctico de los últimos años.

Nada de esto debería sorprendernos. Sin embargo, los acontecimientos en Villa Soldati, y el estado de opinión imperante en una parte de la población que ha sacado a la luz rasgos xenófobos y racistas que se creían superados, ponen de manifiesto una herencia cultural preocupante en lo que concierne a la pujanza del proyecto de unión sudamericana que inspira, alimenta y empuja las políticas estratégicas, económicas y culturales de la mayoría de los Estados miembros de la región.

La lucha ideológica se renueva, como antaño, entre las élites neoconservadoras de la región, volcadas exclusivamente a la apertura de dominios de crecimiento sectorial que no por ello expongan a las élites al trance de difuminar los mecanismos de privilegios que los protegen, al tiempo que promueven una cultura de beligerancia ante el igualitarismo y la libertad so pretexto de que dicha cultura debilita los lazos sociales y las perspectivas de crecimiento que ahora se abren a la región debido, sostienen, a contextos meramente coyunturales; y los movimientos populares de masa que de manera desordenada intentan interiorizar una nueva dignidad que surge del reconocimiento mestizo y diferencial respecto a las sucesivas metrópolis que han marcado el paso de nuestra política desde el inicio mismo de nuestra andadura, sometiendo a la población a estrictos exámenes cuasi-eugenésicos a la hora de otorgarles o privarles de participación real en la construcción ciudadana.

El desprecio al extranjero de nuestro continente, al que se le tilda de inmigrante de mala calidad y se le acusa de algunos de los males que aquejan a nuestra sociedad (desempleo y violencia) no es un producto novedoso en nuestra historia. Sin embargo, en vista a lo novedoso de nuestras circunstancias continentales, debemos precavernos de lo que implica un discurso electoralista al estilo de Macri y Duhalde (candidatos presidenciales) para el proyecto regional.

¿Podemos esperar que las estrategias electoralistas del macrismo y el duhaldismo, inescrupulosos a la hora de utilizar la xenofóbia y el racismo arraigado de nuestra sociedad, no tengan efecto en el debate continental de integración iniciado con ímpetu a comienzos de este siglo? ¿Podemos confiar en candidatos que aún coquetean con un esquema geopolítico devaluado, en el cual Argentina sólo cumplía un rol periférico, ahora que empezamos, de la mano del resto de sudamérica, a forjar una voz propia que nos impone como protagonistas ineludibles en el debate en torno al futuro del planeta que habitamos?

De nuevo, hago un llamado a los votantes del PRO y otras formaciones afines a repensar su estrategia militante de manera patriótica, ofreciendo alternativas reales, en contraposición a discursos encendidos que están regresando a nuestra patria a lo peor de su pasado.