El propósito de este post es comentar:
1. La postura de Charles Taylor sobre los “malestares” de la modernidad
2. Su noción de “Modernidades Alternativas”, que se hace eco del trabajo de Dipesh Chakrabarty en la misma dirección.
3. Un artículo muy breve de Emir Sader sobre la izquierda latinoamericana que la gente de ARTEPOLÍTICA tradujo y publicó hace unos días en su blog. A mi entender, el artículo del sociólogo brasileño es muy clarificador en vista a las falsas interpretaciones respecto a la naturaleza de los gobiernos progresistas latinoamericanos que se han convertido en un lugar común.
Mi intención es simplemente dejar apuntadas estas cuestiones para desarrollarlas con mayor profundidad en otro post o en alguna otra publicación. Ahora mismo me conformo con dar unas pinceladas de las cuestiones que nos permitan empezar a pensar el asunto.
En La ética de la Autenticidad (Barcelona: Paidós, 1994), Taylor habla de los “malestares de la modernidad”, como esos “rasgos de nuestra cultura contemporánea que la gente experimenta como pérdida o declive, aun ha medida que se “desarrolla” nuestra civilización.» Identifica tres temas centrales que paso a resumir:
1. El tema del individualismo, el hecho de que vivimos en un mundo en el que la gente tiene derecho a elegir por sí misma su propia regla de vida, sus convicciones, configurando de este modo sus vidas con una variedad de formas sobre las que sus antepasados no tenían control. Por supuesto, no estamos dispuestos a renunciar a este logro. Pero al mismo tiempo, viendo que la libertad moderna es un logro que alcanzamos a partir del descrédito de los órdenes y jerarquías de significación que caracterizaron a las culturas precedentes, ha habido una serie de autores que han apuntado una serie de consecuencias inquietantes para el individuo y la sociedad debido a la ruptura de esos horizontes. Toqueville, por ejemplo, habla de los “petits et vulgaires plaisirs” que la gente busca en épocas democráticas. Kierkegaard hablaba en términos semejantes. Nietzsche hablaba de los “últimos hombres”. En todo caso, lo que se ponía en evidencia era cierta falta de sentido y finalidad, la pérdida de una visión más amplia en aquellos que elegían centrarse en el yo.
2. El segundo tema es la cuestión de la primacía de la razón instrumental. Una clase de racionalidad de la que nos servimos cuando calculamos la aplicación económica de los medios a un fin dado. Una vez que la sociedad ha dejado de tener una estructura sagrada, dice Taylor, las convenciones sociales y los modos de actuar se encuentran a disposición de cualquiera. Una vez que las criaturas que nos rodean pierden el significado que corresponde a su lugar en la cadena del ser, están abiertas a que se las trate como materias primas o instrumentos de nuestros proyectos. Aquí el temor es que la razón instrumental se apodere de nuestras vidas, que aquellas cosas que deberían determinarse por medio de otros criterios se decidan en términos de eficiencia o de análisis “coste-beneficio”. Algo de eso ocurre con las justificación para perpetuar una distribución injusta de la riqueza a partir de un criterio de crecimiento económico, o la insensibilidad frente a las necesidades del medio ambiente.
3. En el plano político, el individualismo y la razón instrumental se traducen en instituciones y estructuras tecnológico-industriales que limitan nuestras opciones. Un ejemplo de ello, otra vez, son las dificultades que tenemos para enfrentarnos a las amenazas vitales a nuestra existencia que provienen de la crisis ecológica. Pero además, nos dice Taylor, hay un tipo de pérdida que está conectada con el hecho de que nuestras sociedades están habitadas por un tipo de personas que han vuelto la espalda a la política, gente que esta “encerrada en sus corazones”, dice Taylor, gente que prefiere quedarse en casa y gozar de las satisfacciones de la vida privada. De acuerdo con Tocqueville, ésto abre la puerta a una nueva forma de peligro que llama “despotismo blando”, es decir, una situación en la que todo se regirá por un “inmenso poder tutelar”. Eso significa que el peligro consiste en que podemos perder el control de nuestro destino, el ejercicio común de nuestra ciudadanía.
El segundo elemento del cual quería dejar constancia es una idea que originalmente aparece en la obra de Dipesh Chakrabarty, Provincialicing Europe (Princeton: Princeton University Press, 2000) y es retomada por Taylor en Modern Social Imaginaries (London: Duke University Press,2004), edición castellana: Imaginarios sociales modernos (Barcelona: Paidós, 2006). Aquí las ideas claves son las siguientes:
1. Hay que diferenciar dos aspectos en los procesos de modernización:
(a) factores meramente operacionales que tienen un caracter, en principio, neutral, como son el Estado burocrático, la economia de mercado, la ciencia y la tecnología; y
(b) factores culturales, que hacen referencia a determinadas concepciones del bien, la persona, el mundo, la naturaleza, etc.
2. Ha sido una constante en los estudios sobre la modernidad la creencia de que una vez los factores operacionales se ponían en funcionamiento precipitaban necesariamente una serie de transformaciones culturales de caracter universal (secularización, democracia liberal, etc.)
3. Sin embargo, es posible afirmar, en vista a una serie de experimentos sociales que se vienen desarrollando sin pausa, pese a la presión que ha ejercito la hegemonía del modelo liberal de modernización, que existen lo que Chakrabarty ha dado en llamar “modernidades alternativas”, que se diferencian de la modernidad europea, justamente, por el tipo de perspectiva cultural a la que se adhieren.
El tercer elemento al que quiero hacer referencia es el artículo de Emir Sader. El artículo puede leerse aquí (en su versión castellana) y aquí (en su versión portuguesa). Voy a hacer tres breves comentarios sobre el asunto y animarlos a leer el texto del sociólogo brasileño.
1. La tesis central es que lo que está emergiendo de la experiencia de los gobiernos progresistas de Latinoamérica durante la última década es una alternativa real a las respuestas ofrecidas por la tradición liberal a los malestares de la modernidad. Recordemos, la tradición liberal sólo representa uno de los aspectos de la modernidad, su faceta cultural. Las transformaciones operacionales que sufre las sociedades en su tránsito hacia la modernización no necesariamente deben enmarcarse en una comprensión cultural de este tipo.
2. La segunda tesis sostiene que el modelo capitalista liberal no desaparecerá debido a ésta o a ninguna otra crisis. La crisis es una manifestación exclusivamente negativa. Es necesario articular e implementar alternativas para superar la hegemonía del modelo capitalista imperante. Dichas transformaciones no pueden ser efectivas si son reducidas, exclusivamente, a los movimientos de “base”. Los movimientos sociales deben convertirse en una fuerza política si quieren ser verdaderos factores de cambio en el mundo.
3. Sader demuestra de qué manera podemos entender el “progresismo” Latinoamericano como una alternativa real al capitalismo liberal.