Olvidemos la política por un momento y pensemos en los pajaritos que pían en el bosque, en las florcitas del campo, en los retoños que juegan abrigados con gorritos de lana con pompón y bufanda en la mañana invernal. Olvidemos las cosas que pasan en el mundo. No nos hagamos mala sangre, disfrutemos del té que viene de lejos, empaquetado por una distribuidora local, mientras relajamos nuestra mente mirando el horizonte inmaculado.
Pensemos en Dios, un poquito, o en el Buda, y digamos Aûm varias veces para que penetre en nuestro corazón la paz cósmica que buscamos. Llenemos nuestro espíritu de amor. No hagamos caso de las desgracias que los periódicos acumulan en sus páginas para hacernos mala sangre. Nada de eso. Pongamos buena onda a la vida. Aûm. Nada de “bochinche” y energía negativa.
Pensemos en gente linda, en gente con buena onda. No nos entretengamos irritados con los maleducados que abundan, con la gente sin clase que se pasea sin vergüenza en las orillas de nuestras ciudades. Nada de eso. Aûm. La vida puede ser maravillosa. Lo importante es saber vivirla con plenitud, encontrar los ingredientes adecuados para potencializar el disfrute. Debemos aprender a ser.
El universo complota a favor de nuestra felicidad. Somos nosotros los que estamos confundidos, ciegos al “secreto” oculto que se nos ofrece. Lo único que necesitamos es ser positivos y codearnos con la gente adecuada, con la gente “guay”, como dicen acá. No hagamos caso a nuestras angustias, permitamos que nuestro cuerpo energético expanda su sensibilidad para captar todo lo bueno que el universo tiene para ofrecernos.
No olvidemos que el amor es lo primero, y lo primero que nos manda el amor es amarnos a nosotros mismos, porque sólo así seremos capaces de amar a nuestros prójimos de manera completa y genuina. Sólo a través del amor que alimentamos en nuestro interior hacia nosotros mismos, sólo si nos damos permiso a sentir placer, a sentir felicidad, podremos extender ese sentimiento primordial a todo lo que nos rodea: los pajaritos que pían, los retoños que corretean por el jardín, la naturaleza que como una madre nos cobija y nos nutre. Aûm.
Cuidemos nuestro cuerpo, cuidemos nuestra figura, nuestra imagen. No necesitamos esforzarnos, sino ser, ser nosotros mismos, despreocupada y lentamente, con una pizca de escepticismo y una pizca de indiferencia. De ese modo es fácil lograr un equilibrio perfecto. Aûm.
Deja que pase lo que no te gusta. Deja que desaparezca lo que te angustia o te incomoda. Piensa que esas cosas son como una nube en el cielo. Están allí por un rato, pero no para quedarse. Aûm.
Olvidémoslo todo. Hagamos espacio en nuestro interior para que crezca la paz. Permitamos que aquello que no nos gusta desaparezca.
Y si no quiere desaparecer. Si se empecina en quedarse, bueno, en ese caso echémoslo a patadas y pongamos un cerrojo en la puerta para que no vuelva. Que los feos y los gronchos no vuelvan.
¡No vuelvan! ¡El mundo es nuestro!